Un día me propuse hallar a Dios

Lo busqué en una iglesia y sólo hallé un templo. Lo busqué en la televisión y sólo hallé una religión. Lo busqué en la ciencia y sólo hallé un concepto matemático. Lo busqué en la naturaleza y sólo hallé la creación pero no al Creador. Lo busqué en un ídolo y sólo sólo hallé una estatua que no puede hablar ni oír. Lo busqué en la cruz y ya se habían llevado su cuerpo. Lo busqué en la tumba y ya había resucitado.

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Un día me propuse hallar a Dios

Lo busqué en una iglesia y sólo hallé un templo.

Lo busqué en la televisión y sólo hallé una religión.

Lo busqué en la ciencia y sólo hallé un concepto matemático.

Lo busqué en la naturaleza y sólo hallé la creación, pero no al Creador.

Lo busqué en un ídolo y sólo hallé una estatua que no puede hablar ni oír.

Lo busqué en la cruz y ya se habían llevado su cuerpo.

Lo busqué en la tumba y ya había resucitado.

 

¿Dónde está Dios hoy?

Lo busqué en la Biblia, pero sólo encontré letras.

Lo busqué en la universidad, pero sólo encontré filosofías.

Lo busqué en la tecnología, pero sólo encontré códigos.

Lo busqué en el yoga, pero sólo encontré espiritismo.

Lo busqué en el kamasutra, pero sólo encontré enfermedades venereas.

Lo busqué en facebook, pero sólo encontré páginas ateas.

Lo busqué en ONG’s benéficas, pero sólo encontré buenas obras.

 

¿Dónde está Dios hoy?

Así que decidí ir por todo el mundo hasta hallar algún indicio de Dios.

Lo busqué en Paris, pero no hallé el amor de Dios, sino divorcios.

Lo busqué en Jerusalén, pero no hallé la paz de Dios, sino guerras.

Lo busqué en Israel, pero no halle la bendición de Dios, sino leyes.

Lo busqué en Dubái, pero no hallé la prosperidad de Dios, sino vanidades.

Lo busqué en las vegas, pero no hallé el gozo de Dios, sino suicidios.

Lo busqué en EE.UU, pero no hallé la libertad de Dios, sino esclavitud.

Lo busqué en auroville, pero no hallé conocimiento de Dios, sino ignorancia espiritual.

Me entristecí grotescamente.

Me dije a mí mismo “Dios no existe sobre la tierra”.

Volví a mi habitación.

Y cerré la puerta.

Y en un débil susurro le dije: “donde estás Dios…”

Su respuesta fue inmediata: “aquí estoy”

Me asombré.

¡Me dijeron que estás en todo lugar, pero fui a todo lugar y no te hallé!

Yo no estoy en todo lugar, estoy donde me buscan.

Pero yo te buscaba a ti y no te hallé.

Buscaste cosas, pero Yo no soy un templo, un libro ni un lugar geográfico.

 

¿Por qué me respondiste ahora?

Porque por primera vez te dirigiste a Mí directamente. Detesto los intermediarios.

Cuando quieras hablar conmigo, ven a Mí. Ya pagué nuestras Citas privadas en la cruz.

Sus palabras retumbaron mi cerebro.

Sus palabras confrontaron mi razón.

Sus palabras sanaron mi corazón.

Y por primera vez viví un momento con Dios.

Conocí lo que le agrada y lo que detesta.

Descubrí sus pasatiempos favoritos y sus anhelos más profundos.

Y sacié mi hambre de respuestas a cosas que no entendía.

Tuve mi propia cita privada con el Creador del universo.

Ese día entendí que si quiero conocer a Dios debo dirigirme…a Él.

Entendí que las letras y enseñanzas sobre Dios no sustituyen mi tiempo con Él.

Y sobre todo entendí que Él no es “algo” sino Alguien.

Ora.

Es tiempo de tu propia Cita privada con el Creador del universo.

 

Pr. Alejandro Rivas